Nicolás Mamaní, Mariano Sinconi y Bianca Soria se recibieron como arquitectos a través de un Proyecto Integrador Comunitario que transformaron en su proyecto final de carrera. ¿La comunidad elegida? Amaicha del Valle; lugar en donde Nicolás nació, creció y al cuál decidió regresar para intentar devolver algo del cariño que le fue dado.
“Cuando salí de la escuela, me inscribí en la Facultad de Ciencias Económicas. Me resultaban fáciles los números, pero un día sentí que no era lo mío y, por alguna razón, llegué a Arquitectura. Como todo chico del interior tuve que pelearla hasta que lo logré”, contó el alumno en una entrevista realizada para el boletín informativo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU-UNT).
Sus compañeros se plegaron a la propuesta y terminaron enamorados del pueblo. “La comunidad los recibió, los contuvo y los hizo parte”, destacó.
Antes de iniciar la presentación de su propuesta, los futuros arquitectos y el público participó en vivo de una ceremonia espiritual a cargo de Celia Andrade, comunera de Amaicha e hija de la pachamama Celia Segura. “La bendición del proyecto fue muy importante. Que conozcan y bendigan tu trabajo la gente de la comunidad es lo que buscamos”, agregó Mamaní.
Beneficios
El proyecto fue el resultado de un largo proceso participativo con la comunidad; con reuniones y muchas charlas para detectar las necesidades sociales y culturales de los pobladores.
La propuesta incluye un centro productivo, un museo y un área para aprender, conocer y transmitir la cultura e identidad del pueblo. Además, se contempla un centro deportivo y una nueva terminal de ómnibus.
“Trabajamos con la arquitectura del lugar y también con nuevos elementos que generen identidad. Es una arquitectura atemporal y permeable, pero sobre todo impregnada de la identidad de Amaicha. Nuestra expectativa es que este proyecto sea la semilla de una iniciativa pública-privada que lleve a su concreción”, concluyó.